La formación es uno de los pilares fundamentales para una empresa que quiere crecer. Y no me refiero solamente a la formación técnica del producto o servicio que presta. Hablo de la formación en habilidades de todos los miembros de la empresa. Es fundamental entender que la formación es una inversión estratégica que fortalece la cultura de la empresa. Consolida los valores y los transforma en virtudes que los empleados o colaboradores desarrollan cada día, cada instante, con sus compañeros y con los clientes. Este es un aspecto lo suficientemente importante como para dejarlo al azar, aunque muchas empresas lo hacen, sin ser conscientes de ello. De poco nos servirá invertir en desarrollar una experiencia de cliente memorable, si no disponemos de un equipo que la lleve a cabo con convencimiento y dedicación.

 

Derek Bok, presidente de Harvard dijo una vez: “Si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”. Esto es muy cierto, ya que no hay nada peor que la falta de capacitación de un colaborador, porque la tecnología cambia rápidamente y aquellos que no se forman se quedan fuera. Es en este contexto donde las habilidades blandas o soft skills se convierten en el “comodín” que puede reemplazar cualquier carta. La actitud multiplica cualquier cualidad. Es posible que no tengas una respuesta inmediata para un cliente, pero un compromiso genuino con la empresa te dará tiempo para desarrollar aquello que necesitas. Una empatía bien desarrollada puede crear una experiencia de cliente memorable, y una buena gestión de reclamaciones puede convertir a un cliente insatisfecho en un defensor de la marca. Todo esto solo es posible mediante el desarrollo de habilidades blandas.

 

Lo bueno y lo malo que tienen las habilidades blandas es que se pueden desarrollar. Hay que formarse en ellas y ponerlas en práctica día a día. No se incorporan a la empresa de un día para otro, pero una vez instauradas, se convierten en un intangible de alto valor. Los resultados de esta inversión son exponenciales: al principio puede parecer que cuesta, pero con el tiempo el crecimiento es notable.

 

Invertir en formación es barato, si sabes ver el potencial

 

Hacer formación en una empresa no es un gasto, a menos que la dirección así lo piense y lo ejecute, sino una inversión. La razón es muy simple, la formación aporta progreso, acción y crecimiento. Una empresa que se forma, está abierta al cambio, a nuevas formas de pensar y actuar, le están enseñando a sus trabajadores a estar atentos a los cambios, a la innovación, a las oportunidades. A mí me gusta decir que está creando un seguro de vida para la organización, porque una empresa que se mueve hacia el crecimiento transmite a sus trabajadores y clientes que ellos son importantes y fundamentales para su futuro.

 

La formación tiene impacto directo en la eficiencia del negocio de la empresa, porque implica progreso de la organización y lo hace a través de cada uno de los miembros al potenciar sus capacidades, habilidades y conocimientos, con un claro objetivo, lograr superar con éxito los desafíos a los que se enfrenta la empresa cada día.

 

Pongamos un ejemplo, una formación en oratoria repercute directamente en la forma de relacionarse cada colaborador con sus interlocutores, independientemente del rol que desempeñe. Su comunicación será más fluida, mejor enfocada, más precisa, más rica en matices y con un claro enfoque en alcanzar el objetivo, por lo que tendrá más predisposición en llegar a acuerdos, porque su mentalidad está más abierta y enfocada. Los resultados serán positivos sea cual sea el departamento, cerrara más ventas, mejorar la relación con sus compañeros, las reuniones serán más eficientes y desde luego se sentirá mucho mejor porque los resultados son mejores.

Si tomamos una formación de equipo, los resultados serán similares, la persona estará predispuesta a lograr los objetivos comunes del equipo, tendrá herramientas que lo apoyen, habrá desarrollado “gatillos emocionales” que faciliten alcanzar sus objetivos. La relación será más respetuosa y estará enfocada irremediablemente, al resultado.

 

La formación en habilidades sirve para alinear los comportamientos y las actitudes de los colaboradores con los principios y los valores de la empresa, y lo logra hacer de forma natural compartiendo y aprendiendo juntos en las actividades formativas. La formación permite desarrollar la necesidad de pertenencia que tiene los seres humanos, de una manera sana, creando vínculos entre los compañeros, lo que lleva a mejorar el clima laboral, al tiempo que ayuda a retener el talento.

 

Retener el talento y desarrollar, de verdad, una cultura de empresa son importantes desafíos a los que se enfrentan a empresas, porque de ellos depende su futuro. Una empresa con gran rotación tiene unos pilares poco sólidos, el coste en formar a sus nuevos colaboradores es muy alto. La formación permite que la cultura de empresa se comparta y se creen relaciones más sólidas entre compañeros. La formación es una forma de valorar y reconocer el trabajo de cada colaborador, eso si tiene que ayudarle a crecer como persona y como profesional, ofrecerle oportunidades reales, que puedan implementar.

 

No soy partidaria de formar por formar. Considero que la formación es una herramienta muy poderosa en la empresa, que tiene que ser bien usada en beneficio de la empresa y de los colaboradores, para ello ambos tienen que tener claro lo que esperan de sí mismos y del otro. El plan de formación forma parte esencial del plan de carreras profesionales y de la evaluación individual de los colaboradores. Fuera de este ámbito tiene poco sentido como herramienta estratégica de la empresa y se puede volver en su contra.

 

En resumen, la formación es una inversión necesaria en las empresas porque:

Asegura una mentalidad del crecimiento, cuando inviertes en formación, apuesta por tu empresa, por sus trabajadores y por seguir desarrollan el crecimiento continuo. Esto hace que la empresa esté abierta a los cambios industriales, tecnológicos y su propia gestión de cambio, creando e identificando oportunidades allí donde estén.

 

Se traduce en un aumento de productividad, la competitividad y la rentabilidad de la empresa. Una empresa en la que sus empleados tiene una mentalidad de crecimiento hace que la gestión de cualquier cambio sea menos costosa y más eficiente. La predisposición a la mejora se traduce en productividad de la empresa, que puede ser más eficiente y más rentable

 

Mejora el servicio y la calidad de los productos y servicios que se prestan, porque un profesional con una mentalidad enfocada en el cliente, que busca el crecimiento y la mejora continua, indudablemente prestará un mejor servicio al cliente, en el presente y en el futuro, estará atento a sus necesidades y facilitará el desarrollo de nuevos productos y servicios interesantes para los clientes

 

Crea relaciones sólidas entre compañeros, ayuda a retener el talento y aumenta el compromiso con la empresa. La formación es una inversión en cada colaborador, es un mensaje de continuidad y de futuro, lo que reduce la incertidumbre laboral y aumenta el compromiso. Con la formación, no solo se aportan habilidades técnicas y humanas para un buen desempeño del trabajo, sino que pone de manifiesto la apuesta por el profesional y el compromiso con su desarrollo.

 

¿Conoces alguna empresa que se pueda permitir vivir sin dar seguridad y reconocimiento a los colaboradores, sin enfocarse en las necesidades de sus clientes ni en la mejora de sus procesos? Es posible que sea así, yo conozco alguna, y sé que lo pasa mal, porque le cuesta encontrar colaboradores cualificados, pierde sus mejores colaboradores y te diré que tiene los días contado, puede que los días sean años, pero el mercado cada vez más exigente no les va a permitir subsistir.

Haz un buen plan de formación para tu empresa y tus colaboradores lo agradeceran.